Igluu

25 de julio de 2023
Recordarium

Vive rápido… y deja un bonito planeta

Si la conciencia medioambiental cada vez es más importante en nuestra vida, también comienza a serlo cuando nuestra existencia terrenal toca a su fin. Que tus cenizas se conviertan en un árbol o un funeral net positive son algunas de las opciones que están comenzando a llegar a España.

Dicen que la filosofía vital del rebelde James Dean se basaba en tres pilares fundamentales: «vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver». Una forma de existencia que él cumplió, pero que, digamos, no expresa un ideal muy popular, aparte de poco sostenible… empezando por nuestras propias vidas: ahora que promulgamos las bondades de lo slow, ¿para qué querríamos bajar el telón tan rápido? Por eso, afortunadamente, hoy parece que nos movemos en otra dirección y, sobre todo, a otro ritmo más lento, consciente y respetuoso con el entorno, con los demás y con uno mismo. Un estilo de vida que también nos está llevando a desarrollar, también, otras maneras de despedirnos.

Aunque haya gente a la que le dé un poco de yuyu hablar de ello, no hablamos de un tema menor si lo analizamos desde el punto de vista del impacto ambiental. El informe Analyse environnementale comparative du rite de la crémation et de l’inhumation en Ile-de-France, elaborado por Durapole-Verteego y patrocinado por la Fondation Services Funéraires de Paris en el año 2017, arroja una primera conclusión muy interesante: la tradicional inhumación es mucho menos sostenible que la cremación.

¿Por qué? Pues no tanto por el proceso en sí, sino por los materiales que se emplean. Es frecuente que en ese proceso se utilicen materiales como el granito, el cemento y el hormigón, que requieren un importante gasto energético y de recursos para su transporte, fabricación y mantenimiento. Al fin de cuentas el impacto de estos materiales está estudiado y medido, por ejemplo, en sectores como la construcción y la edificación –de hecho, con gran impacto ambiental–, y es extrapolable a su uso funerario: por término medio, una inhumación supone unas emisiones equivalentes a un viaje a un viaje de unos 4.000 kilómetros en coche, unas 3,6 veces más de lo que supondría una incineración.

Un árbol por la vida

Son datos generales que varían en función, sobre todo, del tipo de entierro, los materiales empleados y de la posible puesta en marcha de medidas compensatorias. Porque, si ha aumentado la preocupación por el cambio climático en nuestras decisiones vitales, también lo ha hecho a la hora de gestionar el momento del fin de nuestra existencia terrenal. Por ejemplo, previendo medidas como las adoptadas por la funeraria canaria ALMA21, que en cada servicio que presta incluye la plantación de un árbol. «Cuando me preguntan a qué me dedico, siempre resulta complicado contar que eres funeraria. Pero luego lo explicas y te acaban diciendo cosas como “¡anda, si eres la del árbol!”, porque es algo que se ha hecho muy popular por aquí», cuenta Esther Pinto, tanatopractora y fundadora.

Como explica, la preocupación ambiental es uno de los puntos clave: al igual que las empresas de otros sectores, ellos también apuestan preferentemente por proveedores y aliados locales, tienen una flota de vehículos eléctricos y ofrecen un catálogo de alternativas ecológicas para prácticamente todos sus servicios, con la diferencia de que aquí, en lugar de hablar de moda o cosmético, esos productos son urnas o féretros. Además, han diseñado dos protocolos de cremación sostenible, Eco y Natural.

El primero emplea un féretro de madera sin tratar, sin barnices ni textiles integrados y fabricado en la propia isla de Gran Canaria; el segundo, como explica Pinto, va más allá y deja «una huella de carbono positiva», gracias al uso de un ataúd ecológico hecho con cartón reciclado. Está fabricado por RestGreen, la primera empresa homologada para la fabricación de ataúdes de cartón en España, que inició su actividad en 2009 en paralelo a lo que ya se estaba haciendo en otros lugares de Europa.

Como explica Javier Ferrándiz, fundador de esta empresa, su intención es que las familias tengan la posibilidad de elegir opciones «más ecológicas y más económicas», ya que un ataúd de RestGreen cuesta alrededor de 350 euros más IVA –por ponerlo en perspectiva, el precio de uno de madera de gama media oscila entre 2.000 y 2.500 euros, sin contar con el IVA–. Además de este considerable ahorro, son más ligeros y el proceso de incineración también es más ecológico. «No empleamos componentes que vayan a contaminar el aire. No hay tintas ni químicos. Es solo cartón reciclado. Cuando se incineran, no quedan residuos y, además, la huella de carbono es prácticamente nula», detalla Ferrándiz.

Un bosque de recuerdos

Que sus cenizas pasen a formar parte de algún lugar que les marcó en vida es el deseo de muchas personas, que eligen enclaves concretos para ello. Sin embargo, pese a que se trata de una costumbre muy extendida, en España es ilegal esparcir las cenizas de alguien en la vía públicasolo está permitido en cementerios y lugares autorizados. Uno de ellos es Recordarium, el primer bosque ecológico de España en el que sí pueden depositarse.

«Un mismo árbol puede albergar las cenizas de hasta diez personas diferentes, por ejemplo, que pertenezcan a una misma familia. Aproximadamente, tardan entre 9 y 14 meses en fundirse con la tierra, dando vida a la naturaleza y manteniendo así el recuerdo de los seres queridos para futuras generaciones», detalla Ana González, socia fundadora.

El bosque del recuerdo de Recordarium se encuentra en la localidad toledana de Méntrida, a una media hora en coche del centro de Madrid, y hoy ocupa una superficie de más de quince hectáreas. Allí se ofrece libertad absoluta para que familiares y amigos puedan realizar una última ceremonia de despedida adaptada a sus particulares creencias, valores, deseos y sensibilidades.

Gracias a toda esta libertad, dicho acto de homenaje sirve además de verdadero y cálido consuelo para los seres queridos. Como cuenta Ana, los árboles están llenos de historias, desde aquella mujer que siempre quiso florecer y dar fruto y sus familiares lo cumplieron gracias a un granado, o el de esa abuela cuyos nietos brindaron y regaron con una copa del vino tinto que tanto le gustaba.

Muchos de quienes han escogido esta opción destacan la paz que da la contemplación de un bosque lleno de vida. Más aún si sabes que aquella persona a la que quisiste con todo tu corazón forma parte de la naturaleza que inunda tus ojos. Quizá la idea final no es tanto el dejar un bonito planeta como seguir presente en toda esa belleza para quienes podrán seguir disfrutando de ella.

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